martes, 29 de noviembre de 2016

Confederación Ibérica. La plurinacionalidad viable

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Confederación Ibérica 

La plurinacionalidad viable

Iberismo, federalismo, municipalismo, ¿una solución para el problema nacional en la Península?
José Luis Carretero Miramar
El problema territorial en el Estado Español ha pasado a convertirse en una de las más candentes cuestiones de la actualidad. 
El procés catalán, masivamente apoyado en las calles por un parte muy importante de la ciudadanía, junto a los históricos reclamos de autonomía e independencia en Euskadi o Galicia, conforman los hitos principales de una situación que puede conducir a una quiebra desordenada del Régimen del 78, tanto como a su restauración autoritaria sobre la excusa de la unidad nacional.
Entendámonos: los procesos soberanistas, así como las ansias unitarias, de distintos sectores de la clase política, están repletos de contradicciones y ambivalencias.
El independentismo se alimenta de un interclasismo dirigido por sectores importantes de las burguesías locales con intereses muy ligados a la búsqueda de la continuidad de los regímenes de acumulación del capital en sus espacios territoriales, que se considera estarían mejor salvaguardados por una relación directa con la Unión Europea que eliminase la “parasitaria” intervención de las élites madrileñas que, con la excusa, más o menos venal, de la redistribución, vehiculan parte del excedente a la supervivencia de sus redes de corrupción.
Este independentismo burgués se ve acompañado, también, por amplios sectores de los movimientos populares periféricos, que ven en el proceso de ruptura unilateral una ocasión a la medida para la apertura de procesos constituyentes de profundización democrática, tanto a nivel local, como en el conjunto del Estado (o lo que quede del Estado tras la fractura). Una estrategia que muestra su debilidad en la ausencia de articulaciones mutuas y en la imposibilidad, en ese contexto, de construir una izquierda antagonista, a nivel estatal, que vaya más allá de lo mediático, así como un discurso compartido que supere el nivel de la máxima abstracción, expresada en conceptos como “la plurinacionalidad de España”, que siendo fundamentalmente acertados, nunca arriesgan a descender a lo concreto para diseñar una propuesta articulada y coherente.
El unitarismo, por su parte, se repliega sobre la mítica narración de la salvaguarda de España como unidad de destino por medio del Estado centralizado, sólo sostenible desde un repliegue autoritario y autocrático, o sobre un brindis al constitucionalismo ligado a la supervivencia del Régimen del 78 como único horizonte, sin haber desarrollado nunca (en los últimos 40 años) un pensamiento federalista a la altura de las circunstancias.
El análisis de la situación parece bascular entre los extremos. 
Por un lado tenemos el jacobinismo centralista, herencia del franquismo y su imaginería patriotera, del PP y Ciudadanos,  que sólo podría sostenerse desde el autismo democrático y la negación obtusa de la realidad, construyendo un proceso de recentralización autoritario y, en última instancia, profundamente desestabilizador del propio Régimen.
Por el otro lado, tenemos las tensiones centrífugas del independentismo, ambivalente y contradictorio a nivel social, que, si siguen siendo encauzadas por las burguesías locales, podrían iniciar un proceso de fragmentación y voladura controlada (por las instancias del capital) del Régimen del 78, dejando inermes a los pueblos ibéricos frente a las oligarquías globales y a los flujos financieros transnacionales , convirtiéndolos en una suerte de protectorados “de facto” de las instituciones europeas, hegemonizadas por fuerzas neoliberales.
Entremedias, PSOE y Podemos, pese a hablar tímidamente de federalismo o plurinacionalidad, no pasan de propuestas genéricas y poco claras, respetuosas en esencia con el statu quo que ha conducido a esta situación.  
Esa indefinición histórica, marcada por la apuesta decidida por el Régimen y la Constitución del 78, realizada en la Transición, del Partido Socialista, es la que ha llevado a que el federalismo se vea, por los movimientos populares de las naciones periféricas, como una opción vacía de significado y sobrepasada por la realidad.
¿Caben alternativas a la recentralización autoritaria o a la fragmentación en manos de las burguesías locales?
Cabría imaginar la continuidad del régimen, aún malherido, durante un tiempo más o menos dilatado, gracias a la inconsecuencia  y pusilanimidad de las burguesías periféricas. 
Lo que, sin duda, alimentaria las tendencias autoritarias y antidemocráticas de la oligarquía central. También cabe imaginar una fragmentación en la que, en algún espacio territorial concreto, el independentismo popular obtuviese la hegemonía e iniciase un proceso de profundización democrática que sirviese de ejemplo y acicate al resto de la Península. 
Este escenario es, en las actuales circunstancias, bastante improbable dada la limitada audiencia de los movimientos populares, que parecen tener su propio techo, y, además, ante la radical dificultad, en ese escenario hipotético, de la construcción de una izquierda transformadora a nivel peninsular (sobre todo en las zonas no independizadas), implicaría el aislamiento y posterior derrota del experimento popular por parte de las oligarquías globales.
¿Existen otras alternativas? 
Los movimientos populares de la Península Ibérica, podrían perfectamente, bucear en su historia en su búsqueda.
Para el republicanismo federal, uno de las principales vertientes del republicanismo histórico anterior a la Guerra Civil, de tendencias fuertemente  municipalistas y socializantes, la pluralidad de España, que había dado lugar a tensiones crecientes, sólo se podía solucionar desde la perspectiva federal.
Un concepto que bebía de dos fuentes diferentes pero confluyentes: la propia trama histórica española, de la que los federales extraían referentes a los que adscribirse como el de la revuelta de las comunidades castellanas, o el de las germanías; y el novedoso desarrollo del llamado “principio federativo” por parte de los republicanismos internacionales de la época y, muy especialmente, por una lectura atenta de ese teórico radical, republicano y primer anarquista, llamado Pierre Joseph Proudhon, al que Pi i Margall había sido el primero en traducir al castellano.
El federalismo  era, en todo caso, lo que se denominaba como un “federalismo sinalagmático”, basado en el libre pacto, con una fundamentación mucho más profunda que el federalismo limitado del que suelen hablar los aficionados a las constituciones neoliberales.
Se basaba en las autonomías municipales, y en su asociación, más que en la conformación de fuertes Estados federados centralizados. 
La cadena federal iba desde el individuo a la Confederación, pero tenía su centro en el municipio como lugar de expresión de la más profunda democracia local, donde las oligarquías podían ser sometidas a un control más estricto por las masas populares. 
La idea era que los distintos niveles de actuación del principio federativo (municipio, Estado federado, Federación o Confederación) se construían sobre la base del derecho a decidir, en base a competencias que se mantenían, en su mayor parte, en los escalones inferiores, donde el ejercicio del poder estaba más apegado a la voluntad y participación del ciudadano.
El federalismo fue, además,  aún más creativo desde el punto de vista del análisis territorial: muchas de sus corrientes lanzaron o siguieron también las ideas del “latinismo” y del “iberismo”, como alternativas a un Estado Español débil, sometido, ya entonces, a las intereses geopolíticos de las potencias del Norte, y convertido en el paria conservador y reaccionario de Europa.
Es el propio Emilio Castelar, por ejemplo, el que, en una entrevista para un periodista extranjero, en 1872, afirma que es necesaria una alianza de los pueblos latinos para combatir el “germanismo”, que él identifica con el absolutismo y el atraso de los pueblos de la Periferia Europea. 
“Es la única forma de rejuvenecer a estos viejos pueblos y de restaurar el Occidente”, llega a decir. Estos criterios latinistas, que pretenden un nuevo renacimiento de la “civilización mediterránea” no eran ajenos a las cavilaciones de ciertos cenáculos intelectuales, tanto radicales como conservadores, de España y de Francia. Castelar ya había planteado esto varias veces, tanto en el Ateneo de Madrid, como en las Cortes.
Más fundamentación en la historia española tenía el iberismo. 
La Unión Ibérica fue un ideal compartido por muchos intelectuales del siglo XIX español, aunque en Portugal sólo encontró eco entre los escritores republicanos de la “generación de Coimbra”, también muy influenciados por Proudhon. 
Las iniciales tentativas de Castelar, cuando fue presidente de la República, de caminar en esa dirección, encontraron los límites de las fuertes presiones de Inglaterra y Francia en su contra, y de la desconfianza del gobierno portugués. 
Las grandes potencias no querían algo así, y menos cuando, en el imaginario federal el iberismo estaba muy relacionado con la recuperación de la soberanía sobre  Gibraltar.
Pero, pese a ello, el iberismo no fue nunca abandonado del todo por los federales. Podemos reencontrarlo en las tentativas organizativas llevadas a cabo por el republicanismo más radical y filo-libertario de la Segunda República: 
el Partido Social Ibérico, de Salvador Cervantes, en Madrid, o el Partido Republicano Federal Ibérico, que organizará Eduardo Barriobero en Cataluña, al hilo de la Guerra Civil.
Es más, desde el republicanismo federal el iberismo se filtrará en los medios obreros libertarios, no como una propuesta del todo coherente, pero sí como una especie de música recurrente, íntimamente relacionada con la idea del internacionalismo proletario, pero partiendo de lo cercano. 
No en vano encontramos referencias claras en los nombres de las organizaciones libertarias como la Federación Anarquista Ibérica (FAI) o la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL), o en obras importantes de militantes anarcosindicalistas decididamente iberistas, como el libro “Hacia una federación de autonomías ibéricas” de Felipe Alaiz, director del principal periódico de la CNT, “Solidaridad Obrera” y, previamente miembro del grupo aragonés de intelectuales “Talión”, junto a Angel Samblancat, Gil Bel, Ramon Acín, Joaquín Maurín o Ramón J. Sender.
La musicalidad política y cultural del federalismo y el iberismo, conformaba una línea esencial del pensamiento de muchos militantes obreros. Desde el Salvador Cervantes que vinculaba la profundidad democrática de las colectivizaciones con el “espíritu ibérico” de sus autores, al Abel Paz, que en uno de sus libros de memorias escribía, ya en los años noventa:
“Se ha hecho muchas veces referencia al individualismo ibérico, dándose con ello una falsa idea de él. El verdadero sentido de ese individualismo reside en la idea enraizada del ser ibérico de que nadie decida por él, estando, a la vez, siempre maduro para compartir con los demás penas o glorias. 
Es sociable y busca en la organización con los demás el apoyo mutuo. Pero la idea esencial, lo que persiste, es el afán de afirmación personal, ni superior ni inferior, trato igualitario. 
Este rasgo esencial del ser ibérico es por el que puede explicarse su historia social, identificada con el anarquismo y reacio a todo encuadramiento en partidos políticos por su estructura jerárquica”.
Después, el iberismo sería continuado por autores de la talla de José Saramago que en su libro “La balsa de piedra” reivindicaba la esencial afición a la protesta de los pueblos peninsulares.
¿Es el federalismo municipalista y socializante una propuesta a la altura de las necesidades populares del día de hoy? 
Tras las últimas elecciones locales, y en el contexto de la recuperación, en el seno de los movimientos sociales no institucionales, del pensamiento municipalista y ecologista de autores como Murray Bookchin y Janet Biehl, parece que sí. 
Incluso, los experimentos sociales de Chiapas (los municipios autónomos zapatistas) o Rojava (el confederalismo democrático kurdo) parecen presentar el federalismo y el municipalismo, sobre la base del protagonismo popular y el recurso a la democracia económica y la autogestión, como las alternativas esenciales al concepto dominante del Estado neoliberal, ante la casi segura imposibilidad de recuperar el Estado keynesiano como horizonte real en esta fase del capitalismo senil.
¿Tiene algún sentido el iberismo en este escenario? 
Despojados de todo esencialismo nacionalista, que ve en abstracciones y linajes reales el origen de los pueblos, para mejor entregarlos rendidos ante las oligarquías locales, la perspectiva de una Federación o Confederación, basada en el derecho a decidir, de los pueblos de Iberia, es la única que puede ahuyentar al tiempo los fantasmas del autoritarismo centralista y de la fragmentación autista, conformando un espacio practicable para la plurinacionalidad de base democrática.
No negamos la existencia de España. No negamos la existencia de Catalunya. No negamos la existencia de Portugal. 
Sólo decimos que, en un mundo de tiburones globales y oligarquías transnacionales que pueden derribar a los gobiernos moviendo sus capitales en fracciones de segundo, o imponerles rescates y recortes antisociales, sólo la solidaridad y el apoyo mutuo entre los pueblos de Iberia, y entre sus movimientos populares, puede construir una alternativa creíble.
La plurinacionalidad es una realidad. 
Los vínculos en común, también. El principio federativo y la escala ibérica, necesidades de los tiempos para construir un espacio realmente democrático en nuestra sociedad.
Confederalismo ibérico, pues, y municipalismo democrático, también en lo económico, como primeros puntos de apoyo para conformar una Europa radicalmente diferente y un Mediterráneo distinto. Un camino de apertura para la transición a una sociedad de lo cercano, la sostenibilidad y la participación popular.
José Luis Carretero Miramar.

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Si nos han de robar, 
que sean otros y no los mismos de siempre

Si como votantes, no nos escuchan
como consumidores, lo harán
boicoetemos sus empresas.
Llevamos las de ganar. 

Como acabar con la ESTAFA de las ELÉCTRICAS... de una puta vez pasando de los Vendepatrias del Bipartidismo

Ante el robo continuo y escandaloso por parte de las eléctricas y sus abusos en el recibo de la luz
propongo... 
actuar todos unidos como consumidores
contratando TODOS 
o en su defecto una gran mayoría,
  otra compañia eléctrica que no sea ninguna de estas dos (ENDESA - IBERDROLA) y cambiarnos a otra cualquiera de las muchas ofertas que existen hoy en día.

De tal forma que no les quede otra a las grandes que plegarse a nuestras demandas de una tarifa más justa y mucho más barata
o atenerse a las consecuencias 
de seguir con su estafa.

En nuestra mano está que siga este robo o cortar por lo sano para que no nos sigan mangoneando

ARMAK de ODELOT

Canción del Indignado Global

(solo pá Mentes preclaras 

libres de Polvo y Cargas)

Si me han de matar que sea,
 un Trump que de frente va

  no un Obama traicionero, 

que me venga por detrás.


Éstos del bipartidismo, 

a nadie ya se la dan

Tanto monta, monta tanto,

ser sociata o liberal.


Que harto me tienen sus cuentos, 

de crisis y guerras sin más

Cuando no hay bandera que tape, 

la ansia de un criminal.


Daños colaterales son, 

inocentes masacrar

si lo hiciéramos con ellos, 

no habría ni una guerra más.


Por eso pasa que pasa, 

que nadie se alista ya

a no ser que la CIA pague,
 
como al ISIS del MOSAD


A mí, que nunca me busquen, 

ni me llamen pá luchar.

Que yo no mato por nadie. 

Yo mato por no matar.


La paz de los cementerios 

es la paz del capital

Si soy rojo es porque quiero, 

en vida, vivir en paz.


Hoy tan solo mata el hambre, 

del rico por tener más 

Con el cómplice silencio, 

de toítos los demás.


Que preferimos taparnos, 

los ojos pá no pensar

O mirar pá otro lado, 

pensando que el mal se irá.


Creer que lo que a otro pasa, 

no nos tiene que importar.

Cá palo aguante su vela, 

repetimos sin cesar.


Éste es el mantra egoísta 

que rula por la sociedad

como si lo que le pase a otro, 

no te pueda a tí pasar


Más todo, cuán boomerang vuelve, 

al sitio de donde partió

y tal vez ocupes mañana, 

el sitio que otro dejó.


Mil pobres ceban a un rico, 

otros mil le dan jornal,

y otros cuantos dan su vida 

porque todo siga igual. 


Que no me coman la oreja, 

que no me creo ya ná

de sus guerras, sus estafas, 

ni su calentamiento global


Tan solo vuestras mentiras, 

esconden una verdad

que unos pocos están arriba 

y abajo tós los demás.


Da igual que seas ateo, 

cristiano o musulmán.

Solo los elegidos, 

el paraíso verán.


Hay medios alternativos, 

amarillos muchos más.

Unos más rojos que otros. 

Los menos, de radikal.


Más todos tienen su cosa, 

y a todos hay que hojear

Que comparando se tiene 

opinión más general.


Qué de tó aprende uno. 

Nadie tiene la verdad.

Ser más papista que el Papa, 

no es garantía de ná.


Solo creo en lo que veo, 

díjome santo Tomás, 

que el que a ciegas se conduce, 

no para de tropezar.


Y al enemigo, ni agua, 

ni nunca contemporizar

No dudes, tarde o temprano, 

siempre te la jugará.


No hay que seguir a nadie 

y a todos hay que escuchar.

Si tu conciencia te guía, 

de nada te arrepentirás.


Dá gusto ver a los ricos, 

pegarse por serlo más

mientras en eso se hallen, 

quizás nos dejen en paz.


Si te crees o no sus mentiras, 

a ellos les dá igual.

Con tomarlas por veraces, 

les basta para actuar. 


Que no me cuenten más cuentos, 

que tós me los sé yo ya.

Se demoniza a cualquiera

que no se deje robar.



No basta con ser un santo, 

sino ser de"su santoral"

Como la cojan contigo, 

no te valdrá ni el rezar.


Pensamiento único llaman. 

Anteojeras pá no pensar

más que en la zanahoria. 

El palo irá por detrás.


Si no crees en lo dictado, 

anti-sistema serás

Y por mucho bien que hagas, 

te van a demonizar.


Que no me coman la oreja, 

que a mí, no me la dan.

Que me sé todos sus cuentos 

y también, cada final.


Si de cañon, quieren carne, 

pál matadero llevar

que busquen a otro tonto, 

que este tonto no va más



No se ha visto en tóa la historia, 

otra estafa sin igual.

Que la madre tóas las crisis, 

que creó el capital


Y cuando tan ricamente, 

uno estaba en su sofá

Relajado y a cubierto, 

de inclemencias y demás,


te cortan sin previo aviso

el grifo de tu maná. 


Y te dejan sin tus sueños,
 
sin trabajo y sin hogar


y pá colmo y regodeo 

de propios y extraños, van

y te dicen como aviso

que al rojo no hay que escuchar


que son peores que el lobo,

del cuento y mucho más

y que si vas y los votas

toíto te lo robarán.



Si como votantes, no nos escuchan

como consumidores lo harán.

Boicoetemos sus empresas

Llevamos las de ganar. 


Si no queda más remedio

que dejarnos de robar

que sea otro y no el de siempre

tal vez así, aprenderá


No hay pan pá tanto chorizo,

dicen, cuando lo que sobra es pan.

Lo que no hay es un par de huevos
 
pá que no nos choriceen más.


Resultado de imagen de eladio fernandez refugiados suecia

Ellos tienen de tó

los demás, cuasi-de-ná

mas ellos son cuatro mierdas

y nosotros sémos más.


La próxima revolución 

contra las corporaciones será

y si ésta no se gana 

no habrá ninguna ya más.

Quien sepa entender que entienda

lo que digo es pá mascar

despacio y con buena conciencia.

Mi tiempo no dá... pá más


Armak de Odelot


Dicen: 

No será televisada, 

la próxima revolución.

Más como nadie se fía 

de lo que se nos dice hoy en día,

pasamos los días enteros, 

tumbados en el sofá

delante la caja tonta,

 por no perder el momento
del pase de la procesión 
que tós llevamos por dentro